CARIDAD NO HAY MáS DE UN MISTERIO

caridad No hay más de un misterio

caridad No hay más de un misterio

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Elena G. de White sobre compartir el diezmo. “Debemos comprender cada ocasión más que los medios usados para sostener la obra, no solamente en las ciudades norteamericanas, sino también en los campos extranjeros. Permitan que los medios tan celosamente recolectados sean distribuidos sin altivezísmo. Quienes comprendan las necesidades de los campos misioneros no se advertirán tentados a usar el diezmo para lo que no es necesario” (Manuscrito 11, 1908). Los beneficios de este plan a favor de las misiones mundiales han sido considerables. Adecuado a las operaciones mundiales de la iglesia, la Congregación de la División/Asociación Caudillo deberán continuar con la determinación de contribuir con porcentajes de diezmos de los diezmos y un diezmo adicional. No es prerrogativa de las iglesias/misiones/asociaciones/uniones decidir estos porcentajes unilateralmente. 3. Personal que apoya la lucro de almas. El diezmo puede ser utilizado para sostener a otro personal que, en su rol de apoyo, se relaciona directamente con el trabajo en la fruto de almas, ya sea dirigido por la Asociación General, la división, la unión, o la asociación Particular/misión. Se incluye otro personal, tal como directores departamentales y sus ayudantes, los cuales están comprometidos en los ministerios evangélicos y de la atención espiritual de la iglesia.

El diezmo ha quedado para nosotros como un cálculo de lo que ofrendar, no una imposición. Hay momentos en los cuales no nos es posible hacer el diezmo, y otros momentos en los que el diezmo será muy poco. Cada singular ofrende “según haya prosperado”

Algunos han sugerido que solo fue en una ocasión donde Jacob tuvo que diezmar, en Génesis 28. Pero como observó John Currid, el verbo “diezmar” describe acciones frecuentes y múltiples. Jacob parece estar “haciendo un compromiso de toda la vida con Yahweh en cuanto al diezmo”.

Jacob aún hizo un voto diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este viaje que realizo, si me da pan para tomar y vestido para vestir, y yo aportar vuelvo en paz a la casa de mi padre, el SEÑOR será mi Dios.

Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de tal guisa que compadezcan al prójimo con caridad, pero no se separen de la vía del Señor por falsa compasión (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

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La iglesia debe usar las ofrendas y diezmos conforme a lo que dicen las Escrituras. Esto quiere asegurar que se usarán para la extensión del reino de Altísimo, para sostener a los que predican la Palabra y para aliviar las necesidades de los que atraviesan dificultades económicas.

Nuestras prioridades influyen en nuestra forma de dar. Si deseamos acumular dinero y riquezas terrenales, seremos muy tacaños y no buscaremos oportunidades para compartir los medios que Todopoderoso nos ha poliedro.

Nos ayuda a crecer en nuestra Certidumbre, a poner a Jehová en primer zona y a contribuir al trabajo de la iglesia. Asimismo puede traer bendiciones tangibles a nuestras vidas y liberarnos del apego al hacienda.

El bienaventurado Santo Juan Evangelista, al final de sus díTriunfador, cuando moraba en Efeso y casi nada podía ir a la iglesia, sino en brazos de sus discípulos, y no podía sostener muchas palabras seguidas en voz incorporación, no solía hacer otra exhortación que ésta: Hijitos, amaos unos a otros.

El primer subtítulo se centra en la importancia que la Biblia otorga al diezmo y la ofrenda como prácticas espirituales de adoración y obediencia a Jehová.

La caridad es fundamental para la vida del cristiano pues, tal como se predica en el catecismo de la Iglesia católica, en ella está la esencia del cristianismo y de las conocimiento de Cristo. En este sentido, no es posible existir una vida cristiana haciendo a un flanco la caridad.

¿Posiblemente no debemos reprender y corregir al hermano, para que no vaya alrededor de la homicidio? Suele a veces ocurrir que, en un primer momento, se contrista, se resiste y protesta, dolido por la corrección; después, sin embargo, en el mutismo de Alá, sin temor del juicio de los hombres, puede que llegue a considerar por que ha sido corregido, y empiece a temer ofender a Altísimo si no se corrige, y considere la necesidad de volver a hacer aquello por lo que ha sido corregido equitativamente.

Quizá no tenga pan con que socorrer al necesitado; pero quien tiene lenguaje dispone de un perfectamente decano que puede distribuir; pues vale más el restablecer con el alimento de la palabra al alma que ha de existir para siempre, que saciar con el pan terreno el cuerpo que ha de vencer.

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